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Hay muchas historias de amor y amistad entre los humanos y los animales, pero pocas son tan conmovedoras como la de Tarzán, el perro que se "graduó" de bachiller junto a sus compañeros en el Liceo Bolivariano Josefa Camejo, en el estado Cojedes, Venezuela.

En este colegio, ubicado en la comunidad Mango Redondo, en San Carlos, estado Cojedes, se "graduó" un perro llamado Tarzán quien fue la mascota y estudiante honorifico de la institución durante 5 años. Todo comenzó cuando el ahora bachiller Daniel Sumoza tenía 13 años y entró al bachillerato, en aquel entonces su abuelo llevó a su casa a Tarzán, un perro sin raza, con el pelo claro, manchas marrones en sus orejas y en uno de sus ojos. Desde entonces han sido inseparables. Tanto así, que Tarzan decidió acompañar a Daniel por cinco años todos los días al liceo.

Ganandose el cariño y respeto de todos los compañeros de Daniel. El joven, tuvo su acto de grado de bachiller el 28 de julio y, ese mismo día, sus profesores y compañeros le entregaron a su mascota un diploma porque siempre fue al liceo para acompañar a su dueño. 

Daniel contó al diario El Pitazo, que lo criaron desde pequeño y siempre fue muy apegado a la familia y a él en especial. Cuando comenzó el bachillerato, Tarzán lo seguía hasta el liceo; todos los intentos para que el perro no se acercara al salón de clases fueron inútiles.

Recuerda que Tarzán, en un principio, se convirtió en un problema. “Los profesores no lo querían en el salón, me regañaban porque no lo querían en clases. Llegaron a decir que me bajarían cinco puntos de las notas si veían a Tarzán en el liceo. Hice lo imposible para que no fuera”. 

“Él se echaba debajo de mi mesa y cuando intentaban sacarlo, gruñía. Una vez lo amarré en casa, se soltó y se fue al liceo. Ya ni me esperaba, al ver que me ponía el uniforme se iba y me esperaba en la puerta del liceo. Llegaba primero que yo", contó.

Dijo que en ocasiones se iba escondido al liceo y al rato llegaba Tarzán y se quedaba en medio del salón de clases. Al principio, los profesores y el personal de la institución trataron de persuadirlo para que no ingresara, pero todos los intentos resultaron fallidos, se las ingeniaba para entrar. Por eso decidieron dejarlo tranquilo.

Una de las profesoras del liceo cuenta que, a pesar de que es un perro grande, es juguetón, muy obediente y nunca molestó en el salón. “Uno se daba cuenta de que Tarzán estaba, porque se echaba en medio del aula. Todos los estudiantes lo querían, jugaban con él, lo respetaban y pasó a ser la mascota del liceo”.

Por eso, al llegar la graduación de Daniel, los profesores del Liceo Bolivariano Josefa Camejo y el personal de la institución decidieron reconocer la lealtad de este perrito, que se ganó el cariño de todos y, simbólicamente, le entregaron un certificado por asistir durante los cinco años al liceo.

Ese día, levantó la pata y tomó el diploma. Ahora, habrá que esperar a ver si Tarzán acompañará a Daniel a la universidad.

Aspectos legales y reflexiones

Esta historia demuestra que los perros callejeros no son una molestia ni un problema, sino una oportunidad para aprender valores como el respeto, la solidaridad y la compasión por los animales y los seres humanos. Además, adoptar un perro o permitir su compañia o integrarlos en los espacios comunitarios pueden traer beneficios para la salud física y mental, como reducir el estrés, mejorar el ánimo y fomentar el ejercicio.

Hay que resaltar que desde el MPPE no existe ninguna ley o circular que prohiba las mascotas en la institución, y en Venezuela sobre todo en zonas rurales es común ver perros y gatos callejeros que hacen de las escuelas sus moradas, la mayoría de ellos terminan convirtiéndose en mascotas colectiva de la institución. 

En el caso del Liceo Bolivariano Josefa Camejo fueron más allá de simplemente permitir el ingreso de Tarzan a la institución y lo integraron al grupo de estudiantes del plantel, así, al brindarle su apoyo y espacio no solo egresaron bachilleres sino también excelentes seres humanos que comprenden el valor y respeto por los animales y sus semejantes.

No se equivocó Mahatma Gandhi cuando dijo: “La grandeza y el progreso moral de una nación puede medirse por la forma en que trata a sus animales”.

Esta historia nos muestra que la educación no solo se basa en los conocimientos académicos sino también en los valores humanos que se transmiten a través del ejemplo y estos chicos junto al personal del Josefa Camejo lo han comprendido muy bien. 

Aprender a respetar a los animales es una forma de desarrollar nuestra sensibilidad, nuestra empatía y nuestra responsabilidad. Los animales son seres vivos que sienten, sufren y aman, y merecen nuestro cuidado y protección. Al educarnos en el respeto a los animales, también nos educamos en el respeto a nosotros mismos y a los demás.

Con información de: El Pitazo y fotografías de Daniel Garrido